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sábado, 16 de mayo de 2015

UN SIMBLO PARA NUESTRO TIEMPO

 POLÉMICA RESPECTO AL CUADRO

 "LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS"

EN LA CAPILLA DEL SANTO CÁLIZ






Con motivo de la pasada celebración del Cuarto Centenario de la expulsión de los moriscos, que tuvo lugar en el año 2009, se presento un documento por iniciativa de la Academia Internacional de Ciencias y Humanidades, a diferentes instituciones entre otras a La Casa Real, Presidencia del Gobierno, Generalidad y Ayuntamiento de Valencia, con la intención de solicitar su apoyo e intercesión, ante el Cabildo de la Catedral de Valencia, en el cual se proponía la retirada del gran cuadro de Vicente López, que se encuentra en la Capilla del Santo Cáliz, en donde se representa al Patriarca Juan de Ribera durante la expulsión de los moriscos. Se da la circunstancia de que esta obra se encuentra precisamente, en la misma Capilla donde es custodiada y venerada la más importante reliquia del Cristianismo, que termina de adquirir una nueva dimensión internacional al  propiciar para la sede de Valencia el reconocimiento por el Vaticano de un Año Jubilar. También además en la actualidad este Cáliz aspira a llegar a ser reconocido un bien del Patrimonio Cultural de la Humanidad, como así se hizo referencia durante una de las ponencias que tuvieron lugar en la pasada edición de la Multaca de las Tres Culturas, organizada por el Centro UNESCO Valencia, en el Museo de San Pio V.


Es en relación con ese mismo ámbito intercultural en el que se encuentran vinculados el Cristianismo y el Islam, en donde también las Fiestas de Moros y Cristianos, aspiran actualmente a poder alcanzar el reconocimiento de Bien Inmaterial de la Humanidad, una mención que no hace mucho tiempo UNESCO reconoció para El Misteri de Elche, una tradición que se celebra en aquella milenaria ciudad, en donde fue descubierta la Dama Ibera, la cual durante mucho tiempo sería conocida popularmente como la “Reina Mora”. 

Durante estos meses que el Ayuntamiento de la Ciudad de Valencia ha organizado la magna exposición “Els Camins del Grial”, de nuevo ha sido retomada esta iniciativa que propone que se lleve a cabo este gesto de la más alta sensibilidad, de la retirada de la Capilla del Santo Cáliz, del cuadro que rememora aquel bárbaro, trágico y lamentable acontecimiento de nuestro pasado y cuya herida continua aún abierta no solo en el corazón de nuestra península y de los españoles, sino que también por su dimensión simbólica abarca a toda nuestra sociedad occidental.

Esta iniciativa tiene su origen, en la excepcional circunstancia entorno al reciente descubrimiento, aún no lo suficientemente divulgado, que ha convertido además a este Cáliz, en un nuevo y extraordinario símbolo de unión de opuestos, lleno de esperanza para el futuro, pues el estudio arqueológico realizado en 1959, concluyó que el vaso que forma su base, podría haber sido confeccionado en algún lugar de al-Ándalus entorno al siglo X. En él se produjo de manera inesperada, el sorprendente descubrimiento de una enigmática inscripción cúfica en árabe, Lil-zahira: “para la más radiante / floreciente”, que quizá se encuentre en relación con Madinat Al-Zahira, una esplendorosa ciudad que fue construida por Almanzor en Córdoba, o bien que pudiera significar “Gloria a María”, si por la tosquedad de su trazo y trascrito como Limag Limarian, hubiera sido realizada por un mozárabe.







El Cáliz que hoy conocemos según la tradición, habría sido custodiado con anterioridad a 1071, en el Monasterio Mozárabe de San Juan de la Peña, en el tiempo que por la fuerza se llegaría a imponer la celebración de la primera misa según el rito latino, conforme a las pretensiones de los reyes cristianos y de la Iglesia Romana, frente a una firme y enérgica defensa que tuvo lugar en la península de la centenaria tradición y cultura Mozárabe. Aquella fue también la confusa época en la que vivió Rodrigo Díaz de Vivar, que bajo la legendaria figura de Cid Campeador, llegaría a ser inmortalizado como ejemplar Caballero Mozárabe. 

 Desde aquel monasterio saldrían ensamblados en 1399, los dos vasos que hoy conforman el Cáliz, el superior anterior al siglo I, llegado desde Roma a Huesca en el siglo III y el vaso inferior de origen hispano-musulmán, ambos unidos mediante una estructura de oro, formada por un tallo o eje, con un nudo central y unas asas serpentinas, dibujando la silueta de un corazón, todo ello labrado con delicada laceria de influencia oriental y motivos vegetales, formando en su conjunto una alegoría del Árbol de la vida o del Universo. En la base se encuentra, una montura formada por un anillo y cuatro tirantes, perlas y piedras preciosas. El conjunto de todos estos elementos aluden al símbolo del Eros Cosmogónico, una fuerza de la naturaleza que representa el principio que mantiene unidas todas las cosas y que por tanto es capaz de unir a los opuestos. De esta sorprendente manera, un misterioso destino ha querido dejar entrelazados, estos elementos del Cristianismo y del Islam, transformando este Cáliz Mozárabe en un verdadero símbolo de unión y reconciliación, que invita a realizar una profunda reflexión, entre esos dos mundos que desde la Edad Media, han estado enfrentados por el poder político y religioso, olvidando la fundamental tarea de humanizar la tierra.








 Desde el punto de vista psicológico, las leyendas de la búsqueda del Santo Grial, que simbólicamente se encuentran en relación con este Cáliz, anticipaban el problema religioso del hombre moderno, que alude a la tarea de la reconciliación de los contrarios en el alma del ser humano individual, mediante el esfuerzo por alcanzar la integración del principio femenino, que hasta la actualidad había sido relegado, por lo que podría llegar a ser completada finalmente así, la unilateralidad masculina de la etapa patriarcal de la historia, que fue expresada durante los últimos milenios por las Tres Culturas del Libro.




De esta manera el Cáliz Mozárabe de Valencia, se revela también en la actualidad, por sus tan especiales y trascendentes características, como la representación de un nuevo símbolo unificador, capaz de reconciliar al mundo, porque sitúa en el lugar central, la principal tarea que en el futuro deberá ser llevada a cabo, tanto en el plano individual como también social, por nosotros y las próximas generaciones, ante la profunda crisis de civilización en la que nos encontramos. Una reconciliación entre el Cristianismo y el Islam, que ayudaría a alcanzar el principal objetivo del Milenio, desarrollar una Cultura de Paz, que pueda llegar a ser extendida a toda la Humanidad.


Rafael Monzó Giménez


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