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viernes, 13 de junio de 2014

EL CÁLIZ MOZÁRABE DE VALENCIA, UN SÍMBOLO PARA NUESTRO TIEMPO

CENTRO UNESCO
VALENCIA / MEDITERRÁNEO



X ANIVERSARIO DE LA MULTACA DE LAS TRES CULTURAS
CONGRESO INTERNACIONAL “FACTUM MARIS”
VALENCIA 13-15 DE JUNIO 2014




EL CÁLIZ MOZÁRABE
DE VALENCIA

UN SÍMBOLO PARA NUESTRO TIEMPO

En el comienzo de este Tercer Milenio de la Era Cristiana, en la actual encrucijada histórica, en la cual está emergiendo, una nueva Sociedad Global de la Información y del Conocimiento, donde espacio y tiempo han sido superados, permitiendo así que millones de seres humanos, puedan vincularse simultáneamente en una sola nación global, ha nacido una esperanzadora propuesta, para que la UNESCO, reconozca al Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, como bien del Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Este Cáliz, durante los últimos siglos, también ha sustentado en sí mismo, el inmenso valor simbólico, de ser el centro del mito más importante de nuestra cultura. Conocido como el mito de la búsqueda del Santo Grial, esas leyendas, desde un punto de vista psicológico, anticiparon el problema religioso del hombre moderno, que alude a la tarea de la reconciliación de los contrarios en el alma del ser humano individual, mediante el esfuerzo por la integración del principio femenino, el cual hasta ahora había sido relegado. De esa manera podría llegarse finalmente a compensar la unilateralidad masculina de la etapa patriarcal de la historia, que ha sido expresada en los últimos milenios, por las Tres Culturas del Libro.

Un reciente y sensacional descubrimiento, aún no lo suficientemente divulgado, ha convertido además a este Cáliz, en un extraordinario símbolo de unión de opuestos, y por ello lleno de esperanza para el futuro. El estudio arqueológico realizado en 1959, concluyó que el vaso que forma su base, podría haber sido elaborado en algún lugar de al-Andalus entorno al siglo X y en el cual se encontró, una enigmática inscripción cúfica en árabe, Lil-zahira: “para la más radiante / floreciente”, quizá en relación con Madinat Al-Zahira, una esplendorosa ciudad que fue construida por Almanzor en Córdoba.

El Cáliz que hoy conocemos según la tradición, fue custodiado desde 1077, en el Monasterio de San Juan de la Peña, desde donde se defendió con la mayor firmeza, la tradición y cultura Mozárabe, frente a las pretensiones de Alfonso VI y de la Iglesia Romana, durante el tiempo del Cid Campeador, cuya figura legendaria llegaría a representar un inmortal ejemplo de Caballero Mozárabe. Desde aquel monasterio saldrían ensamblados en 1399, los dos vasos que hoy conforman el Cáliz, el superior anterior al siglo I, llegado desde Roma a Huesca en el siglo III y el vaso inferior de origen hispano-musulmán, ambos quedarían unidos mediante una estructura de oro, formada por un tallo o eje, con un nudo central y unas asas serpentinas, dibujando la silueta de un corazón, todo ello labrado con delicada lacería de influencia oriental, y motivos vegetales formando en su conjunto una alegoría del Árbol de la Vida o del Universo. En la base se encuentra, una montura formada por un anillo y cuatro tirantes, perlas y piedras preciosas. Estos elementos aluden al símbolo del Eros Cosmogónico, una fuerza de la naturaleza, que representa el principio que mantiene unidas todas las cosas y que por tanto es capaz de unir a los opuestos. De esta sorprendente manera, un misterioso destino ha querido dejar entrelazados, estos elementos del Cristianismo y del Islam, transformando este Cáliz Mozárabe en un verdadero símbolo de unión y reconciliación, que invita a realizar una profunda reflexión, entre esos dos mundos que desde la Edad Media, han estado enfrentados por el poder político y religioso, olvidando la fundamental tarea de humanizar la tierra.



El impulso que en la actualidad nos aporta esta nueva visión integradora, sitúa al Cáliz Mozárabe de Valencia, por sus tan especiales y trascendentes características, como la representación de un nuevo símbolo unificador, capaz de reconciliar al mundo, porque sitúa en el lugar central, la principal tarea que en el futuro deberá ser llevada a cabo, tanto en el plano individual como también social, por nosotros y las próximas generaciones, ante la profunda crisis de civilización en la que nos encontramos. Una reconciliación entre el Cristianismo y el Islam, que ayudaría a alcanzar el principal objetivo del Milenio, desarrollar una Cultura de Paz, que más allá de la unificación entre las dos orillas del Mediterráneo, pueda ser extendida también a toda la Humanidad.


RAFAEL MONZÓ GIMÉNEZ